El tema Coatzacoalcos sin agua ya es recurrente,
un problema al que no se le ha dado la solución definitiva.
La población del puerto soporta con enojos la
situación, refunfuña, reclama sus pagos puntuales a CAEV, pero la empresa no
les cumple cabalmente y prefieren pelear con el vecino porque tiene más cubetas
y más capacidad para almacenar agua de las pipas que envía el gobierno
asistencialmente.
El problema de la falta de agua atañe a todos,
pero con mayor incidencia a aquellos que cada año padecen el corte del
suministro, el agua es un derecho humano, las sociedades organizadas con un
gobierno, deben tener garantizado su abasto del líquido.
Pero eso no ocurre en México, hay comunidades
entera que sean quedado sin agua porque el gobierno ha decido favorecer a
grandes empresas extranjeras, refresqueras y mineras que utilizan grandes
cantidades de agua.
También ha favorecido a otras empresas que
descaradamente contaminan los mantos freáticos y los cuerpos de agua en
detrimento de los seres humanos que subsisten gracias a esos mantos y cuerpos.
El claro ejemplo lo tenemos muy cerca, en Las
Matas, donde una de las comunas de Ignacio Hernández Berrueco, autorizaron
instalas un basurero en un cuerpo de agua, un pantano, filtro natural que de
ahí debería emanar arroyos de agua pura y cristalina.
Pero la ciudadanía no hace su parte y espera
que el gobierno cumpla con su obligación y, dadas las condiciones actuales, ya
no deberíamos esperar que ese gobierno ajeno al pueblo cumpla, se deberían
tomar otras acciones para evitar que se viole el derecho humano al agua.
Pero hasta el momento la población sigue
siendo rehén de los intereses de unos cuantos habitantes del municipio de
Tatahuicapan, de la dejadez de las autoridades y del conformismo de las mismas
personas víctimas de ese atraco.
La enorme corrupción que desde hace años se
sabe impera, primero en CMAS y ahora en CAEV, es uno de los primeros obstáculos
a vencer, pues muchas autoridades están embarradas en el asunto y prefieren
negociar con los secuestradores y atracadores de la presa Yuribia, antes que
dejar al descubierto los turbios manejos de la empresa que debería estar al
tanto del abastecimiento del líquido a la población.
Dicen que no hay mal que dure cien años, ni
enfermo que los aguante, y la paciencia, aguante y miedo de la gente, llegarán
a su límite, pero antes seguiremos viendo escenas cada vez más graves,
ciudadanos peleando contra ciudadanos por una cubeta de agua, mientras los responsables
se arreglan en las alturas en lugar de buscar la solución real al problema.
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